10 de julio de 2009

HENNING MANKELL: PROFUNDIDADES


Lars Tobiasson-Svartman es un hidrógrafo, que, en su condición de capitán de fragata de la Marina sueca, parte en misión secreta para hacer mediciones de la profundidad del mar con la finalidad de trazar nuevas rutas de navegación a través de un remoto archipiélago. Durante el transcurso de su actividad desembarca en un islote y conoce allí a su única habitante: una solitaria joven de costumbres semisalvajes, Sara Fredrika.

De regreso a Estocolmo junto a Kristina, su esposa, piensa obsesivamente en regresar para reencontrarse con Sara Fredrika. Así lo hace. Cuando vuelve a la isla se dice a sí mismo que está haciendo una locura, pero que la locura es lo que había estado añorando. A partir de ese momento, intentando mantener la situación, fabrica una red de mentiras inverosímiles que le hacen perder el rumbo y le conducen a su propio naufragio vital.

Lars Tobiasson-Svartman, experto en profundidades marinas, maniático de las mediciones, descubre que en su interior, en el interior humano, se encuentran los abismos más profundos e impenetrables. Reconoce, demasiado tarde, que en vez de mantener la distancia con los demás debería haber apostado por la proximidad.

Profundidades, editada por Tusquets Editores, pertenece a un nuevo ciclo de su autor en torno a la verdad y la mentira. Henning Mankell es conocido en todo el mundo por sus novelas negras “nórdicas” protagonizadas por el inspector Kurt Wallander, un policía en permanente crisis existencial y dotado de una creíble humanidad que lo aleja del tópico/típico sabueso que suele nutrir este género narrativo.

Me reconozco como un ávido y sistemático lector de la obra policíaca de Mankell. Mis preferidas son La leona blanca (1933), La falsa pista (1995) o La quinta mujer (1996). En estas novelas, y en el resto de la serie, encontramos un minucioso análisis de la decadencia del estado del bienestar sueco (y europeo) convulsionado por la nueva realidad social de finales del siglo XX. En Profundidades, Mankell se aleja de la actualidad para adentrarse en el análisis psicológico. El resultado es una interesante obra, de lectura aconsejable, pero que pierde nervio demasiado pronto. Personalmente, me quedo con el entrañable inspector Wallander.

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