26 de septiembre de 2010

DOMINGO VILLAR: EL ÚLTIMO VERANO DE PAULA RIS

Leo Caldas tiene 14 años y pasa el verano en la finca de su padre, que tiene un viñedo y una bodega frente al río Miño. Una tarde desaparece Paula, la hermana pequeña de su amigo Pepe Ris. Días después aparece el cuerpo de la niña. Un vecino resulta sospechoso y es arrestado. Cuando el verdadero culpable es atrapado, Calditas decide hacerse policía para evitar que personas inocentes sean acusadas injustamente.

Publicado en agosto de 2010 en El País Semanal, este estupendo relato de Domingo Villar nos acerca a los orígenes literarios del joven Caldas, a la vez que nos presenta en uno de los escenarios habituales de sus novelas a su padre y a Manuel Trabazo, médico y amigo de la familia.

Puedes leer El último verano de Paula Ris en este enlace de El País.

Obras de Domingo Villar en Elemental, querido blog:
Ojos de agua
La playa de los ahogados
El último verano de Paula Ris

DOMINGO VILLAR: LA PLAYA DE LOS AHOGADOS

Domingo Villar (Vigo, 1971) logró un importante reconocimiento literario con su primera novela, Ojos de agua. La segunda, La playa de los ahogados, sigue el mismo exitoso camino.
En esta ocasión, Leo Caldas, inspector de la policía de Vigo, investiga el aparente suicidio de Justo Castelo, un pescador cuyo cadáver aparece en la playa con las manos atadas mediante una brida. Acompañado por su ayudante aragonés Rafael Estévez deberá recorrer, con meticulosa paciencia, pueblos marineros, puertos pesqueros, lonjas de pescado, tabernas, playas y acantilados hasta aclarar lo que en realidad es un asesinato bien urdido.
Domingo Villar es ortodoxo en el respeto a las reglas del género policial. No hay nada original en una trama cuya clave permanece anclada en el pasado. Tampoco, en esencia, es muy novedoso Leo Caldas, un personaje propenso a la introspección, que no cree en casualidades, que trabaja sin horario fijo con total dedicación, que añora a su amada perdida y que cuando regresa a su casa solitaria escucha discos de jazz. Situado en Los Angeles, Leo Caldas podría ser un clon de Harry Bosch; pero es gallego y bebe vino blanco de la tierra, come berberechos y percebes y participa en un programa de radio que le otorga cierta popularidad comarcal.
Más allá de las exigencias del género, Domingo Villar ha creado un personaje entrañable y, lo que es más difícil, creíble. Un personaje silencioso con tendencias melancólicas “al que no le duelen los muertos, le duelen los vivos.”
El gran acierto de Domingo Villar en La playa de los ahogados es haber encontrado una prosa natural de ritmo fluido que consigue crear una atmósfera pausada en la que se sumerge el lector.
Domingo Villar, que vive en Madrid desde hace veinte años, nos contagia la nostalgia de su tierra. Mientras leemos esta novela llegamos a escuchar el acento gallego de los personajes. Podemos percibir cómo rompen en el puerto las olas ocultas por la niebla, ver subir en cuestión de segundos las mareas, sentirnos empapados de lluvia, o, incluso, saborear el mar en los percebes.
Con referencias a Fred Vargas (Huye rápido, vete lejos), Edvard Grieg (La canción de Solveig) y Spencer Tracy (Capitanes intrépidos), La playa de los ahogados se lee con avaricia.

Una buena novela.

Domingo Villar: La playa de los ahogados, Siruela, Nuevos tiempos, 2009.

Obras de Domingo Villar en Elemental, querido blog:

Ojos de agua
La playa de los ahogados
El último verano de Paula Ris


Con la Canción de Solveig de fondo, Domingo Villar nos presenta su novela en este vídeo.

23 de septiembre de 2010

PATRICIA HIGHSMITH: MAR DE FONDO

¿Cómo reaccionarías si tu pareja te fuese infiel una y otra vez sin disimulo, con distintas personas, en tu propia casa o en las fiestas? ¿Qué harías si todos tus amigos y vecinos lo supieran escandalizados? ¿Solicitarías el divorcio o le pedirías discreción al menos? ¿Asesinarías a sus amantes?

Mar de fondo nos sumerge en estas insólitas dudas.

Las novelas de Patricia Highsmith (1921-1995) nunca son amables. Consiguen irritarnos porque, enfrentados a situaciones poco habituales, acabamos sin querer sometidos a un test que consigue que revisemos nuestros propios códigos. En ese proceso de instrospección el desasosiego proviene del hecho de pensar que nunca actuaríamos como lo hacen sus ambiguos personajes, movidos por principios morales que nunca compartiríamos, ¿o sí?

En Mar de fondo, Victor Van Allen vive de las rentas mientras practica sus aficiones: la impresión y la encuadernación de libros, la cría de caracoles, la cultura de las abejas, hacer queso, la carpintería, la música y la pintura, mirar las estrellas con su telescopio. A su mujer, Melinda, le aburre todo eso. Ella prefiere bailar, tomar copas, ir de fiestas, o, como nueva Emma Bovary del siglo XX, entregarse a sus amantes mientras ignora a su hija y a su marido. Patricia Highsmith realiza un explícito guiño literario al personaje de Flaubert. Cuando Melinda duda sobre su disfraz para asistir a un fiesta, su marido le sugiere con ironía el personaje de Madame Bovary.

Ante todo ello, Vic asume con deportividad olímpica los constantes amoríos y desplantes de su Melinda a la que simplemente considera una inmadura (la habitual misogina de Patricia Highsmith). Incluso hubiera sido capaz de llegar a un acuerdo razonable si “ella estuviera con un hombre de cierta talla y dignidad, que tomase por amante a un hombre con ideas en la cabeza... Era capaz de imaginar una especie de arreglo caritativo, imparcial y civilizado en que los tres podrían ser felices. Dostoievski sabía lo que quería decir. Y Goethe también podría haberlo entendido.”

Vic le propone claramente: “Me gustaría que eligieses un hombre –incluso varios si quisieras- que tuviera un poco de cerebro. ¿No lo ves posible?” Ella, por su parte, no parece escuchar ni siquiera esta tan poco frecuente proposición. 



Patricia Highsmith había publicado su primera novela, Extraños en un tren, en 1950. La adaptación al cine realizado por Alfred Hitchcock le supuso la fama inmediata. Mar de fondo (1957) es su quinta novela, escrita tras El talento de Mr. Ripley la primera entrega de su personaje universal Tom Ripley.

Mar de fondo, además de una prosa precisa, nos ofrece grandes dosis de tensión psicológica mientras propicia nuestra reflexión sobre las pautas morales, y las convenciones sociales.

Un magistral paseo por la delgada línea entre la normalidad y la patología criminal.

Otras novelas de Patricia Highsmith:
Mar de fondo 
Extraños en un tren 

18 de septiembre de 2010

JAMES HADLEY CHASE: NO HAY ORQUÍDEAS PARA MISS BLANDISH


James Hadley Chase es el seudónimo más conocido que utilizó el escritor británico Rene Brabazon Raymond (Londres, 1906), considerado hoy en día como uno de los clásicos del género negro y autor de casi un centenar de obras, muchas de ellas adaptadas al cine. Curiosamente, a pesar de que solo visitó en dos breves ocasiones Estados Unidos, localizó allí la mayoría de sus novelas para lo cual se documentaba extensamente.

Trabajó como vendedor de libros hasta que después de leer El cartero siempre llama dos veces (James M. Cain, 1934) decidió atreverse con su primera novela, No hay orquídeas para Miss Blandish (1939), que escribió en seis semanas y alcanzó enorme popularidad. La obra cuenta con versiones teatrales y cinematográficas, la más conocida la de Robert Aldrich: The Grissom Gang (1971).

No hay orquídeas para Miss Blandish narra el secuestro y destrución de la hija de un rico hombre de negocios por parte de la banda de Ma Grissom y de su hijo Slim Grissom.

Para construir el personaje de la madre, James Hadley Chase se inspiró en un personaje real: Kate "Ma" Barker (1873–1935), que con sus cuatro hijos desarrolló su carrera delictiva durante los años de la Gran Depresión de EEUU y que acabó siendo tiroteada por agentes del FBI. Una trayectoria similar a la de otros mitificados enemigos públicos de la época: Bonnie and Clyde y John Dillinger.

La novela destaca por su crudeza y por el distanciamiento en la narración de los violentos hechos. El abrupto final es el mejor ejemplo de ello. Pero, sin duda, lo más memorable para el lector es la construcción literaria de Slim y de su despiadada madre. Dos personajes situados en el ranking de los más perversos criminales que nos ha dejado la novela negra de todos los tiempos.

Slim Grisson, psicópata impotente que somete a vejaciones a la joven Blandish, remite directamente a Popeye, el personaje de Santuario (1931) de William Faulkner.“Slim Grisson era alto, delgado y con cara de pastel. La mirada aletargada y la boca relajada y abierta le daban una apariencia de ser débil, sin sangre ni energía, pero en realidad era lo más frío que pudiera encontrarse sobre dos piernas. Tras aquella máscara de idiota se ocultaba un espíritu cruel, inhumano. Slim Grisson era un asesino nato. Había matado de niño. Sin motivo alguno, sólo porque matar estaba en su sangre.”

Ma, por su parte, gobierna de forma despótica la banda y es la única capaz de controlar a su hijo. "Era grande, gorda y basta. La nariz era muy ganchuda y los ojillos brillantes jamás pestañeaban. Eran ojos malos, duros y relucientes como trozos de cristal."

Una pieza maestra del género negro.

James Hadley Chase: No hay orquídeas para Miss Blandish, Punto de lectura, Zona negra, 2007.

4 de septiembre de 2010

KALPANA SWAMINATHAN: LOS CRÍMENES DE ARDESHIR VILLA


Kalpana Swaminathan (1956) es cirujana pediátrica en Bombay. Como novelista ha publicado Ambrosia for Afters (2003) y Bougainvillea House (2006).

Los crímenes de Ardeshir Villa (The Page 3 Murders, 2006) es la primera novela de una serie policiaca protagonizada por la policía jubilada Lalli cuyas hazañas deductivas son narradas por su anónima sobrina de 33 años, aspirante a escritora. La canción del jardinero (The Gardener’s Song, 2007) es la segunda entrega. Monochrome Madonna (2010), la tercera.

Los crímenes de Ardeshir Villa pertenece a esa clase de relatos que Raymond Chandler criticó por su "poca conciencia de lo que sucede en el mundo" (El simple arte de matar), que plantean al lector el enigma más o menos ingenioso de un asesinato cometido en un lugar cerrado por alguno de los variopintos personajes agrupados allí que tendrán que rendir cuentas a un agudísimo e infalible detective. Relatos que nos presentan "misterios perfumados con capullos de magnolia" (en este caso, con aroma a curry) y cuya más conocida representante es Agatha Christie.

En esta ocasión, Kalpana Swaminathan, ignorando la realidad social de la India, encierra en la mansión de Bombay que da título a la versión española a una serie de celebridades locales para celebrar una fiesta de varios días y para descubrir que comparten más de un secreto inconfesable. Disfrutarán principalmente de sofisticados menús culinarios que la autora se complace en describir con detalle sin ahorrar páginas; pero alguien no parece apreciar las delicias de la cocina hindú y asesina al cocinero.

Dora Sales, la traductora de la novela, en un generoso e interesante epílogo realiza con notable autoridad un comentario de texto de la novela. Justifica, además, una decisión personal que afecta irreparablemente a la traducción de la obra. Resulta que Los crímenes de Ardeshir Villa está escrita en inglés en el original, pero contiene innumerables palabras indias, sobre todo términos gastronómicos. La traductora ha preferido, al contrario que en otros casos semejantes, no incluir un glosario con la traducción de esas palabras, sino explicar su significado mediante la aposición explicativa. En mi opinión, ello desvirtúa el texto y lo hace totalmente artificial, incluso ilegible por momentos. Más próximo al recetario de cocina que a la narrativa. Un ejemplo:

"Kandivli me ofrecía khandvi -un aperitivo gujarati hecho con harina de garbanzos y leche ácida- y Dombivli me daba avial, un plato de Kerala compuesto por verduras variadas con salsa condimentada con coco y cuajada. Como entrantes tomé sol kadi, sopa de fruta ácida, de Mahim, y de postre lagan nu custard, tarta nupcial de crema, de Churchgate, que está tan cerca como la línea de Colaba." (p.147)

En conclusión, una novela sin interés, de planteamiento caduco, que no aporta nada al género, más allá del exotismo costumbrista. Recomendada sólo para aficionados a la cocina hindú.

Kalpana Swaminathan: Los crímenes de Ardeshir Villa, Ediciones Siruela, 2009.